El 50 % de la información que recibimos del entorno la captamos a través de los ojos. El ojo humano es un sistema óptico formado por un dioptrio esférico y una lente, que reciben el nombre de córnea y cristalino. Éstos son capaces de formar una imagen de los objetos sobre la superficie interna del ojo, en una zona llamada retina., que es sensible a la luz. Precisemos estos conceptos: La córnea se define como la parte del ojo que está en contacto con el exterior. Se caracteriza por ser una membrana transparente. Su función principal es refractar la luz incidente. Tiene una forma esférica que le permite actuar de manera similar a la lente convexa de una cámara. A su vez, detrás de la córnea se observa un líquido claro llamado el humor acuoso. A través de la córnea y del humor acuoso se visualiza el iris. El iris posee una abertura, la pupila, por la que pasa la luz hacia el interior del ojo. El diámetro de la pupila oscila entre 1.5 y 8 mm, de forma tal que el diámetro más pequeño corresponde a la situación en la que existe mayor intensidad de luz. El iris cumple diferentes funciones, a saber: Controla automáticamente el diámetro de la pupila para regular la intensidad luminosa que recibe el ojo. Define el color de los ojos. Por otra parte, el cristalino está ubicado detrás del iris. El cristalino está compuesto por gran cantidad de fibras transparentes. Éstas se encuentran en el interior de una membrana elástica y transparente que posee el tamaño y la forma similar a la de una lenteja. El cristalino enfoca las imágenes sobre la envoltura interna del ojo, denominada retina. Una cámara fotográfica cambia la distancia entre la lente (que es fija) y la película con el objetivo de poder enfocar objetos cercanos y objetos lejanos. Existe un punto en la retina llamado fóvea, alrededor del cual hay una zona que solo tiene conos (para ver el color). Durante el día la fóvea es la parte más sensible de la retina y sobre ella se forma la imagen del objeto que miramos. Asimismo el cristalino está unido por ligamentos al músculo ciliar. Es así que el ojo queda dividido en dos partes: Posterior, que contiene el humor vítreo, que se encuentra detrás del cristalino y se define como una sustancia gelatinosa transparente adaptada ópticamente. Esta adaptación significa que la luz enfocada por la lente no sufre ninguna desviación. El humor vítreo llena todo el espacio entre el cristalino y la retina. Ocupa alrededor de 2/3 del volumen del ojo. Anterior, que contiene el humor acuoso. Detrás del humor vítreo está la retina. Es sobre ella donde se enfoca la luz incidente que se convierte en señales nerviosas a través de células sensibles a la luz. A su vez, los millones de nervios que van al cerebro se combinan para formar un nervio óptico que sale de la retina por un punto que no contiene células receptores. Es el llamado punto ciego. La córnea refracta los rayos luminosos y el cristalino actúa como ajuste para enfocar objetos situados a diferentes distancias. De esto se encargan los músculos ciliares. Los músculos ciliares, situados alrededor del iris, modifican la curvatura de la lente y cambian su potencia. Para enfocar un objeto que está cerca, es decir, para que la imagen se forme en la retina, los músculos ciliares se contraen y el grosor del cristalino aumenta. En cambio si el objeto está lejos los músculos ciliares se relajan y la lente adelgaza. Este proceso se denomina acomodación o adaptación. El ojo sano y normal ve los objetos situados en el infinito sin acomodación enfocados en la retina. Esto quiere decir que el foco está en la retina y el llamado punto remoto (Pr) está en el infinito. Se llama punto remoto a la distancia máxima a la que puede estar situado un objeto para que una persona lo distinga con claridad y punto próximo a la distancia mínima. Un ojo normal es el que tiene un punto próximo a una distancia "d" de 25 cm, (para un niño puede ser de 10 cm) y un punto remoto situado en el infinito. Si no cumple estos requisitos el ojo tiene algún defecto.